domingo, 8 de marzo de 2009

Detestar, odiar, aborrecer...

Una vez más, me resulta complicado sentarme frente a está máquina que día a día absorbe más horas de mi vida, odio saberlo pero maldigo no poder hacer mucho al respecto. El tiempo se vuelve improbable y el peor costo en está vida pasajera. Pensé durante algunas horas que expresaría en esta nueva entrada al blog: “La vida en broma”. Por supuesto, tenía que llegar a una conclusión, he aquí las letras del día de hoy.

Decidí una vez más consultar la enciclopedia en busca del término detestar. Encontré lo siguiente:
Detestar (del lat. detestari, execrar tomando a los dioses como testigos.) Maldecir, condenar, aborrecer, odiar, abominar. Ahora bien, la palabra me parece un tanto fuerte, no creo detestar a nadie, quizá me causen escozor las acciones de algunos seres humanos, pero definitivamente no logran mi abominación.

El detestar resulta complicado y con lleva a una desafortunada pérdida de tiempo. Por ello, estoy convencida en que no detestó a nadie, al menos no, por ahora. En distintas ocasiones me invade un sentir negativo frente a los otros, y esos otros con características semejantes como por ejemplo: ausencia del sentido de justicia, igualdad, amor, dignidad, entre otros valores; y deciden adoptar actitudes que van en contra de ellos, resultan egoístas, no conocen un mínimo de empatía, además son sumamente individualistas.

No concuerdo en lo absoluto con aquellos que piensan de manera distinta frente al logro del objetivo común, aquellos que exceden sus voluntades y afectan a los más, existen personas que consideran la pobreza como destino aceptado por aquellos que la padecen, frente a dicho pensar mantengo una postura rotundamente opuesta.

Desapruebo a los que no logran vislumbrar otro mundo posible, aquél que dé lugar a la organización, al cambio, la cultura, el amor, el trabajo, el esfuerzo, la unidad, la dignidad y todos aquellos actos que nos convierten en seres humanos integrales, ajenos al optimismo improbable.
No logré llegar al fondo de saber a quién detestó (de manera particular), sólo se qué detesto la duda existencial.

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